Hace más de cinco meses la atención a pacientes con fisura de labio alvéolo palatina, conocido comúnmente como labio leporino, dio un giro de 180 grados.
El cirujano plástico José Julio Bracho recuerda que en el Hospital Pediátrico Baca Ortiz de Quito las cirugías de labio fisurado o paladar hendido se realizan desde 1972, hace 50 años.
En todo ese tiempo la lógica fue la misma. Llegaba la madre o padre con el paciente y se realizaba la intervención quirúrgica. Se le sugería que vaya a otras especialidades y si había la posibilidad lo hacían. A muchos que llegaban de otra provincia, por ejemplo, se les complicaba volver y abandonaban el tratamiento.
Bracho comenta que algunos pacientes quedaron con problemas del lenguaje, con la mordida invertida o con mala posición dental. “No había un seguimiento”, dice.
Atención integral
Al tratarse de una patología congénita, que requiere de un manejo multidisciplinario desde el nacimiento, en noviembre del 2021 se inauguró la Clínica de Atención Integral del Paciente Fisurado.
Este espacio está conformado por las especialidades de cirugía plástica, genética, otorrinolaringología, fonoaudiología, pediatría, odontología, ortodoncia, cirugía maxilofacial, psicología, terapia de lenguaje, nutrición y anestesiología.
Bracho, líder del área de cirugía plástica, menciona que esta iniciativa busca mejorar la calidad de vida de los menores que sufren esta patología y sus familias.
Lo ideal es captar al menor desde que nace y así tener un tratamiento adecuado y organizado, hasta los 15 o 18 años, dependiendo del caso. “Si nace un niño con el labio fisurado, en cualquier sitio del país, ya sea en un centro privado o público, los médicos los pueden redireccionar a la clínica”, sostiene el especialista.
Gonzalo Sevilla, cirujano plástico, también es parte del equipo multidisciplinario de la clínica del Baca Ortiz. Señala que ahora se da seguimiento, no pierden de vista al paciente y lo guían en todas las etapas del largo tratamiento que conlleva esta patología que tiene una alta prevalencia en el país: por cada 10 000 nacidos vivos, 15 presentan la enfermedad.
Sevilla destaca la importancia de que todo el equipo acompañe al paciente para reducir las secuelas funcionales y estéticas.
Antes, comenta, se operaba el labio o el paladar, pero no había un seguimiento y algunos pacientes presentaban problemas en el lenguaje o infecciones crónicas en los oídos porque nunca los vio un especialista.
La iniciativa también ha sido un aprendizaje para los médicos. Sevilla destaca que se han unificado y mejorado
técnicas quirúrgicas, así como la calidad del tratamiento para disminuir la cantidad de cirugías en un paciente y dar la oportunidad que más personas sean tratadas.
“Esto nos sirve para ir evaluando las diferentes técnicas quirúrgicas que hay y cada vez vemos menos complicaciones y menos secuelas”, agrega.
Trabajo en el campo de la pediatría
Desde el ámbito de la pediatría, Regina Real, señala que se hace un seguimiento en el desarrollo y crecimiento del bebé, sobre todo en la ganancia de peso que debido a su condición la alimentación resulta dificultosa.
También se vigila que la dieta complementaria, desde los seis meses, sea la adecuada; que los esquemas de vacunas estén completos para que llegue en óptimas condiciones a la cirugía.
Estos controles, generalmente, se hacen cada mes hasta que cumpla el año de edad. En el caso de que vivan en otra provincia se les agrupa en un mismo día las citas y son revisados por los distintos especialistas. Asimismo, el hospital cuenta con un albergue temporal para las madres o padres.
En el ámbito psicológico
En el campo de la psicología, Orlando Palacios trabaja con el paciente y la familia. Cuando el afectado es bebé, el especialista aborda a la madre o padre, que en muchos casos tienen miedo, angustia y hasta se sienten responsables de la enfermedad.
El psicólogo clínico les explica cómo se va a llevar el proceso y la importancia de brindarles todo el apoyo.
La guía también va en el ámbito escolar. Palacios indica que al momento de integrarse y socializar con sus pares se presentan dificultades porque son descalificados y sufren bullyng, lo que ocasiona depresión y angustia.
Por ello se mantiene contacto con la institución para que la profesora haga una inducción del niño al sistema escolar. Así el niño o niña podrá estar más confiado y seguro.
“La familia es el pilar para que el paciente continúe. Cuando es aceptado en casa tiene más herramientas para enfrentar su entorno. Un niño con autoestima, con seguridad, tiene resiliencia, esa capacidad de enfrentar sus problemas y ser tolerante con las cosas que le suceden”, finaliza.
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