Eduardo Zuazo Martínez | Médico odontólogo calceatense
Triunfadores de pura cepa
Dedicado en cuerpo y alma a la medicina rural durante 40 años, Zuazo lamenta que el actual sistema de salud ha cambiado radicalmente
A Eduardo Zuazo Martínez se le reconoce por su confesado orgullo de ser calceatense y por su entrega al mundo de la medicina. Ha sido médico de pueblo de toda la vida. Nació en la calceatense plaza Hermosilla el 4 de octubre de 1929. Zuazo comparte algunos de los detalles de su larga trayectoria profesional y su experiencia vital.
– ¿Recuerda sus primeros pasos educativos?
– Mis primeras letras fueron en las escuelas de las monjas de la Caridad del Hospital, hoy Hospital del Santo. Inicié mis estudios de bachillerato en el colegio Sagrados Corazones de las Madres Franciscanas de Montpellier, terminando en el instituto Sagasta de Logroño, seguido del entonces ‘examen de Estado’.
– Y después a Zaragoza
– Estudié la carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, donde obtuve el título de Licenciado en Medicina y Cirugía con sobresaliente, y la especialidad en la Complutense de Madrid. Tengo también los cursos de doctorado en Medicina. Tras las milicias universitarias en el campamento de Castillejos (Reus), fui destinado a hacer el servicio militar como alférez del Tercio Alejandro Farnesio, IV de la Legión, en Villa Sanjurjo (Marruecos).
– ¿Cómo comenzó a ejercer?
– Ejercí mi profesión como médico libre en mi ciudad natal los primeros años y trabajé cerca de 40 años, con plaza de propiedad en la Seguridad Social, hasta mi jubilación a los 65 años, el 4 de octubre de 1994.
– Pero no se quedó solo en el ejercicio ¿verdad?
– Organicé, con gran éxito, junto con mis compañeros los doctores Sesma y Manso, las ‘Primeras sesiones riojanas de medicina práctica’ en el salón de plenos del Ayuntamiento, con conferencias de prestigiosos médicos. En el puesto de Socorro de la Cruz Roja realicé más de dos mil asistencias e impartí seis cursillos de socorrismo en Santo Domingo y otro en Ezcaray. También fui médico altruista del Club La Calzada unos cuantos años.
«Me ha tocado ejercer de la medicina empírica tradicional a la científica; me quedo con lo mejor de cada una»
– ¿También se dedicó a la política un tiempo?
– He sido concejal de 1995 a 1999, con tres años al frente de la Concejalía de Cultura. Recibí la medalla del 5º aniversario del hermanamiento con la ciudad alemana de Winnenden y en 2015 también el premio a la ‘Excelencia Calceatense’ a los valores humanos, concedido por el Ayuntamiento calceatense.
– ¿Por qué decidió ser médico?
– Por vocación y siguiendo la trayectoria de mi padre.
– ¿Dónde ejerció?
– Como calceatense, donde siempre quise vivir, en Santo Domingo de la Calzada, durante casi 40 años de ejercicio profesional.
– ¿Qué recuerdo guarda de su primer acto médico ante un caso delicado?
– Un 12 de mayo, día del Santo, hace ya más de 50 años, en La Calzada, frente a la entonces Ferretería Rioja, un joven fue atropellado por un turismo y lanzado sobre otro que venía en dirección contraria. Como consecuencia del accidente entró en parada cardíaca. Pude hacerle las oportunas maniobras de reanimación cardiopulmonar, antes de autorizar su traslado al Hospital Provincial de Logroño. El accidentado logró recuperarse.
– ¿Y desde el sillón de estomatólogo?
– Cursé en la Escuela de Estomatología de la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuve el título de médico estomatólogo.
– ¿De qué manera completa su formación un médico rural?
– Fundamentalmente, en el ejercicio de la profesión médica y a través de la actualización de conocimientos, con la lectura diaria de los avances médicos y terapéuticos o a través de las publicaciones profesionales.
«Volvería a ser médico por ser una profesión muy digna, muy humanitaria, casi sacerdotal, que antaño ya lo fue»
– ¿Qué ventajas y dificultades vive ese mismo médico?
– Conocemos muy bien a la mayoría de nuestros pacientes y ejercemos con gran seriedad y rectitud moral nuestra actividad profesional. Cuando recibías una llamada telefónica de madrugada, porque alguien te necesitaba, no dudabas en acudir inmediatamente para ayudar del paciente. Si alguna noche no te llamaba nadie, era como si recibieras un premio. El actual sistema de Salud ha cambiado radicalmente este servicio.
– ¿Guarda algún recuerdo imborrable de su prolongada carrera profesional?
– Que tuve que atender a mis padres en su última enfermedad.
– ¿Qué aficiones personales ha cultivado?
– La caza menor con perro de muestra y, ya jubilado, disfrutar de una tertulia de amigos.
– En más de medio siglo de vida profesional, ¿hay un ayer o un hoy del médico rural que le gustaría destacar?
– Me ha tocado ejercer y pasar de la medicina empírica tradicional a la actual medicina científica y de investigación. Me he quedado con lo mejor de cada una.
– ¿Qué es el dolor?
– Una sensación muy desagradable para el que lo padece. Suele ser una manifestación del padecimiento de alguna patología, que nos avisa para que acudamos a la consulta médica, para prevenir la enfermedad y para aliviar sus consecuencias.
– ¿Y la muerte?
– Como médico, es el fin de la vida y, en consecuencia, de nuestra actividad cerebral.
– ¿Volvería a ser médico?
– Sin ninguna duda. Volvería a ejercer como médico en mi pueblo, por ser una profesión muy digna, muy humanitaria, casi sacerdotal, que antaño ya lo fue, y siempre tratando de hacer el bien.
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